Concebida en 2008, la teoría del Bosque Oscuro busca dar una solución a la paradoja de Fermi proponiendo que el Universo es hogar de muchas otras civilizaciones inteligentes que, por miedo a ser descubiertas por una más poderosa y avanzada, se esconden entre las tinieblas del espacio. Escondidas como cazadores al acecho en una noche sin luna.
Desde los años cuarenta, a raíz de la histeria colectiva por el fenómeno OVNI, los sueños de dar con vida inteligente más allá de la Tierra, el descubrimiento con las más importantes implicaciones filosóficas de nuestra historia, nos han impulsado a alzar la mirada al cielo para responder a la eterna pregunta de si compartimos este espacio y este tiempo con alguien más.
Los verdaderos esfuerzos comenzaron en 1960 cuando el joven astrónomo Frank Drake, célebre por la teorización de la homónima ecuación de Drake, desarrolló el Proyecto Ozma, un experimento que sería el precursor del SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) y que, por primera vez, nos permitió escuchar la oscuridad, buscando posibles señales en forma de ondas de radio que una hipotética civilización pudiera estar enviando por el Cosmos accidental o intencionadamente.
Desde su teorización en los años setenta, se han presentado muchas soluciones a la paradoja de Fermi, como el Gran Filtro o la pesimista idea de que estamos solos en un eterno océano. Pero recientemente y tal vez como la más aterradora solución, una hipótesis postulada en 2008 por el escritor chino Liu Cixin, la teoría del bosque oscuro germinó para explicar ese aterrador silencio a nuestro alrededor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario